"Desde pequeñito - cuenta este funcionario de Correos- me gustaba mucho aquella novela de Miguel Strogoff "El cartero del Zar", que tiene tanto que ver con mi profesión. Y curiosamente -como le suelo decir a mi esposa, Belén- nuestros dos niños de acogida, Alexia y Maxim, son de Bielorrusia, de la zona en la que está ambientada la novela.
La profesión de cartero es especialmente bonita. Sabes que en cada carta que llega a tus manos hay una persona que ha puesto una ilusión, un sentimiento, una esperanza... y la vida, a fin de cuentas, es la suma de todo eso.
Y hacer bien tu trabajo, lograr que esas cartas lleguen pronto a sus destinatarios, es contribuir a que esas esperanzas, esas ilusiones y esos sentimientos se hagan realidad.
Soy supernumerario del Opus Deiy he aprendido de san Josemaría, el fundador, que para hacer un trabajo "bien hecho" no basta sólo con cumplir los objetivos de cada día. Hay que poner los medios para santificarlo, procurando que Dios esté contento... ¿Y cómo lo logramos? Poniendo amor en cada detalle, viendo un alma en cada carta...
Nos pasamos gran parte de nuestra vida trabajando; en mi caso, yo me paso horas y horas ordenando cartas para los destinos correspondientes. Durante ese tiempo podemos unirnos en oración con Dios, pidiendo por las intenciones de esas personas que escriben, por las necesidades de esas almas"
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