"Un pequeño acto, hecho por Amor,
¡cuánto vale!


Domingo,
jardinero en Arona, Tenerife


 

"Un pequeño acto, hecho por Amor, ¡cuánto vale!", escribía san Josemaría en el punto 814 de Camino. En el punto anterior aconsejaba: "Hacedlo todo por Amor. —Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. —La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo".

La santificación de lo cotidiano, de las "cosas pequeñas" de cada jornada, se encuentra en el corazón del mensaje cristiano del Opus Dei. Desde el punto de vista del Amor de Dios, todas las actividades son importantes, cuando se realizan por Amor a Dios y con afán de servicio a los demás.

El descubrimiento de la "grandeza de lo pequeño" lleva a una nueva perspectiva de la vida; es una luz nueva que la enriquece humana y sobrenaturalmente.

Cuando se cuida lo pequeño -lo aparentemente pequeño- por amor a Dios y a los demás (saber sonreir, callar ante un contratiempo, tener un detalle de delicadeza con los demás) las realidades humanas adquieren un nuevo color, una nueva dimensión; y entonces sí, todas los trabajos y tareas son importantes: preparar la comida, dirigir una empresa, cambiar los pañales al niño o regar las plantas. Todo es importante cuando (o porque) se hace con amor.

Haciéndose eco del mensaje del Fundador, recordó el Prelado del Opus Dei durante su encuentro de catequesis en Canarias: “Haz lo que puedas y está en lo que haces, y no olvides que lo pequeño rebosa trascendencia si lo ofreces a Dios, que está siempre a tu lado”.


Entre las primeras personas a las que saludó Mons. Echevarría en tierras canarias el 5 de febrero de 2004 estaba Domingo, un tinerfeño de Arona, jardinero de profesión, que le ayudó a plantar una palmera como recuerdo de su estancia en la isla.

Las palabras que le dijo mons. Echevarría -y que Domingo recuerda con concisión en este videotestimonio- contienen, en su sencillez, una enseñanza honda sobre la trascendencia humana y sobrenatural que tiene, a los ojos de Dios, el cumplimento amoroso del trabajo de cada jornada.